5.9.11


Una nube.
La mujer mira desde su ventana la nube. No sabe si va a llover y no puede saberlo, aunque siga mirando, pero sigue mirando de cualquier forma.
Sí acaso lloviera, ¿sería suficiente lluvia como para llevar un paraguas o bastaría con una capucha? ¿y si fuera más conveniente mojarse con una garúa lo mismo que con un chaparrón? Sigue mirando la nube y la nube sigue blanca y gris, adelgazándose o engordando por efecto de algunas ráfagas, pero siempre, todo el tiempo, indiferente a la mirada de la mujer de la ventana.
Se le ocurre, entonces, abrir la ventana, quitar el vidrio del medio, su reflejo que ligeramente interfiere con su perspectiva de la nube. Y entonces no cambia nada. La nube no es más que aire aglutinado y, no interesa qué tan intensa sea la mirada, aire aglutinado es todo lo que va a llegar a ser: no una pelusa, no un pedazo de algodón, ni siquiera una burbuja de jabón.
La nube está fuera (muy fuera) de ella, fuera de la ventana, fuera del balcón, fuera de los edificios de enfrente y de los de más allá.
La nube podría hacer lo que quisiera, porque es nube. Podría, incluso, entrar por la ventana del balcón que está ahora abierta, pero no lo hace y, mientras tanto, la mujer sigue mirando.
La mujer también podría hacer lo que quisiera, incluso pararse sobre la baranda del balcón e ir hacia la nube, pero en cambio mira. Y mientras mira no lo nota, de tanto mirar, pero la nube empieza a deformarse: se la ve más oscura, más densa, más gorda, más fastidiosa. Y sin entender por qué, llueve. La mujer no entiende y cierra la ventana: decide que no va a salir porque llueve. Baja también la persiana y se acuesta a dormir.
La nube tampoco entiende. Se deja penetrar por un rayo de luz y no entiende. Entonces se hace más flaca: ahora no es nube (tampoco pelusa ni algodón ni burbuja), es un trazo muy leve.
Pero la mujer, que podría entender o podría salir sin entender, duerme, y cuando se despierte va a preguntarse si la nube se desarmó en lluvia, si se voló con el viento o si espera escondida detrás de la copa de un árbol para repetir su entrada a escena.  

1 comentario:

Mica B dijo...

increible el espacio que ocupa la facultad en momentos asi, y los amigos... gracias por las palabras, de ahora en mas te sigo.